Poema 37
Emily Dickinson
ANCLADA EN LA VIRTUD DE LAS PALABRAS
“Espacio donde las manos se posan simplemente para soñar”
Aldo Pellegrini
Le llama por su nombre
y distribuye el silencio.
No hay asombro en sus ojos,
habla la boca y las palabras
crecen a la velocidad del fuego.
Su cuerpo y su carne tallados
dan sentido al espacio
donde las manos se posan
simplemente para soñar.
Desde este lado de la vida
abandonan toda palidez
retornan, se desplaza el invierno
y las mentiras quedan ocultadas
bajo las hojas silentes de las bocas
cerradas sin rencor, plegadas en el decir
de alguna tormenta apaciguada
sin el odio del momento en la sombra,
en la noche, en la muerte.
Quizás convenga pronunciar
el latido del corazón,
sus ojos de asombro poblados de deseos
y anclados en la virtud de las palabras.