10 mayo 2017

Desorden de luces. Gran Vía, Madrid








Andrés Rueda, 2017

“Nocturno I, Gran Vía”
Luz sobre lienzo.

De nuevo Andrés Rueda regresa a la Gran Vía de Madrid, cuyos fascinantes crepúsculos ha pintado ya tantas veces.
En esta ocasión ha dejado que el sol se ponga, que acabe el crepúsculo, que avance la noche, que el cielo pierda las cintas de colores de cada tarde y se quede así desprovisto de protagonismo.
Esta vez no es la luz del cielo la que reclama su atención y la nuestra, sino las luces desquiciadas (como él mismo dice) que iluminan e incitan el devenir  frenético de las criaturas que habitan ese espacio a nivel de suelo, afanándose en un disparatado  ir y venir sin sentido, como hormigas enajenadas que se esfuerzan en correr  deprisa, deprisa, sin comprender del todo para qué.
Pero también el ruido que ese frenesí produce y que alimenta esa locura. En efecto, el ruido está en el cuadro.
En la pintura aparecen tres niveles que subrayan el contraste entre la serenidad del oscuro firmamento nocturno y la estridencia  demente de la  gente en las aceras y del tráfico en las calzadas.  Un tercer nivel intercede entre ambos:  las  fachadas iluminadas, que parecen querer despegarse del  absurdo  bullicio y huir,  elevándose hacia el denso silencio del cosmos.
Como siempre, Andrés Rueda vuelve a sorprender con su manejo de la luz, como si en lugar de pigmentos tomase porciones de luz directamente del escenario que pinta y las depositase después en el lugar preciso del lienzo. Así, la cartela de este cuadro debería decir:


Pilarr JC.

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