En Viaje al fin de la noche Louis-Ferdinand Céline
–¡Oh! ¡Eres un cobarde, Ferdinand! ¡Eres repugnante como una rata!…
–Sí, cobarde del todo, Lola; rechazo la guerra y cuanto implica. No la deploro.. No me resigno, yo… No lloriqueo sobre ella, yo… La rechazo sin más, con todos los hombres que contiene; no quiero nada con ellos, con ella. Aunque ellos fueran noventa y cinco millones y yo estuviera solo, ellos son los equivocados. Yo quien tiene razón, porque soy el único que sabe lo que quiere: yo no quiero morir.
–¡Pero es imposible rechazar la guerra Ferdinand! Únicamente los locos y los cobardes rechazan la guerra cuando la patria está en peligro…
–¡Entonces vivan los locos y los cobardes! O mejor: ¡sobrevivan los locos y los cobardes! ¿Te acuerdas, Lola, por ejemplo, de un solo nombre de los soldados que murieron en la Guerra de los Cien Años? ¿Has tratado de conocer a uno solo de esos nombres? ¿A que no? (…)
En cuanto descubrió hasta que punto fanfarroneaba de mi vergonzoso estado, dejó de compadecerme… Me juzgó definitivamente despreciable.
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