04 noviembre 2018

Machado y Soria




Es la tierra de Soria árida y fría. 
Por las colinas y las sierras calvas, 
verdes pradillos, cerros cenicientos, 
la primavera pasa 
dejando entre las hierbas olorosas 
sus diminutas margaritas blancas. 

La tierra no revive, el campo sueña. 
Al empezar abril está nevada 
la espalda del Moncayo; 
el caminante lleva en su bufanda 
envueltos cuello y boca, y los pastores 
pasan cubiertos con sus luengas capas. 


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