26 mayo 2017

ROSA ALHAMBRA


ROSA DE LA ALHAMBRA

 Cuadro para los sentidos:

incrustaciones  de oros , platas, collage...ademas de insinuaciones de yeserías de los palacios 

Nazaries de LA ALHMBRA.

esta envuelto en esencias de rosa, lo cual permite sentir los perfumes de la rosa

texto escrito en oros de Leonard Cohen





24 mayo 2017

Masters of painting. Artgalaxie



Estamos encantados de anunciar que maestros de la pintura ya está disponible para pre-venta con un descuento del 15%. Esta edición revela nuevos horizontes y las tendencias de la pintura contemporánea, a través de la creación literaria de Pedro Boaventura que harán que devoran rápidamente de principio a fin. 

Libros de arte Galaxie arte son una iniciativa gratuita que tienen como objetivo promover y difundir la obra de artistas contemporáneos increíblemente talentosos, como usted mismo. Los fondos realizadas a través de las ventas van hacia los costes de producción y nos ayudan a hacer que los productos de este tipo es posible.


Esta iniciativa va más allá de la publicación de libros. A lo largo del próximo año, Arte Galaxie será también destacará su obra de arte en diversas formas de publicidad y comercialización del arte que también están libres de costos.

Nos hemos tomado la libertad en la preparación de una bandera personalizada mostrando sus páginas, y le invitamos a compartirlo en las redes sociales o incluso por correo electrónico a los aficionados y amantes del arte. Esto no sólo es una gran oportunidad para que usted se promueva e inspirar a sus seguidores, su ayuda es muy apreciada también en la promoción de este libro.




jennifer Watson 

www.artgalaxie.com

10 mayo 2017

Desorden de luces. Gran Vía, Madrid








Andrés Rueda, 2017

“Nocturno I, Gran Vía”
Luz sobre lienzo.

De nuevo Andrés Rueda regresa a la Gran Vía de Madrid, cuyos fascinantes crepúsculos ha pintado ya tantas veces.
En esta ocasión ha dejado que el sol se ponga, que acabe el crepúsculo, que avance la noche, que el cielo pierda las cintas de colores de cada tarde y se quede así desprovisto de protagonismo.
Esta vez no es la luz del cielo la que reclama su atención y la nuestra, sino las luces desquiciadas (como él mismo dice) que iluminan e incitan el devenir  frenético de las criaturas que habitan ese espacio a nivel de suelo, afanándose en un disparatado  ir y venir sin sentido, como hormigas enajenadas que se esfuerzan en correr  deprisa, deprisa, sin comprender del todo para qué.
Pero también el ruido que ese frenesí produce y que alimenta esa locura. En efecto, el ruido está en el cuadro.
En la pintura aparecen tres niveles que subrayan el contraste entre la serenidad del oscuro firmamento nocturno y la estridencia  demente de la  gente en las aceras y del tráfico en las calzadas.  Un tercer nivel intercede entre ambos:  las  fachadas iluminadas, que parecen querer despegarse del  absurdo  bullicio y huir,  elevándose hacia el denso silencio del cosmos.
Como siempre, Andrés Rueda vuelve a sorprender con su manejo de la luz, como si en lugar de pigmentos tomase porciones de luz directamente del escenario que pinta y las depositase después en el lugar preciso del lienzo. Así, la cartela de este cuadro debería decir:


Pilarr JC.

07 mayo 2017

ISTANBUL






ISTANBUL


Cuando vi la obra de Andres Rueda  por vez primera, me imaginé presenciar una puesta de sol en Estambul.  Fantasee  en la distancia con formas y espacios.  Dibujé la gran cúpula de Santa Sofía flanqueada por los minaretes como  lanceros guardianes de su princesa, [primero mora y después cristiana]. Y vi como en un  sueño  una ciudad de cuento de las mil y una noches,  y fantasee con otros tiempos y otras épocas, con moros de a caballo y con cristianos cruzados con las capas al viento y la cruz por estandarte. Y vi los tesoros  Estambul  encierra.  Y vi una ciudad  dividida en dos por el mar y muchas por los hombres.  
La mirada errabunda siguió colores y busco formas. Y mi cabeza borró formas y diferenció tonos, y encontró gamas, y encontró manchas y descubrió oro y descubrió azules y miró más de cerca, y más adentro. Y se maravilló con el juego de masas de luz sin forma. Que encajan  y se resuelven las unas entre las otras.  Y atrapa  la gran mancha rosa que, ahora, es el cuadro que el  ojo selecciona. Y se fragmenta en ese instante en trozos que rivalizan en forma y en tonalidad.  Una masa enorme cubre en ese momento  la tela. El cuadro ya no es Estambul, ahora es su cielo.  Hecha trizas, la gran rosácea  entre tonos  vivos entre manchas de oro y Y ausencia de color, y blanco que no es blanco y un negro que parece un pretexto para señalar, para recordar, que Estambul no es una ciudad, son dos. En ese cuadro.
A medida que el ojo explora, la mirada  se convierte en parte componente del cuadro. Y el diálogo que primero sostuvo el  artista con su obra, ahora lo crea el espectador con la obra acabada. Y habla con la pintura y le pintura le dice: calla. Mira, disfruta y piensa. Y yo, espectadora embelesada,  investigo la tela, experimento la pintura, y pienso: El artista ha encontrado su estilo. Pienso en los fauves, en la fiereza de su arte casi salvaje al verlo de pronto. Y en casi  humano al disfrutarlo de cerca. La fiereza del color, tal  como lo usa Andres Rueda ,  se impone para decir con gritos rosas, azules, oros, reflejos de espejo en el agua –otro elemento con el que juega Rueda sin que advirtamos apenas que se trata de un juego de luces y de sombras reflejadas, de una simetría casi imposible,- que es otro Estambul, pero puesto al revés.  Una realidad transformada en fantasía y una fantasía hecha realidad. Con fuerza. Con mucha fuerza.  Una realidad, Constantinopla, que más podría ser un pretexto del autor para pintar  y lanzar sobre la tela esas masas de color luminoso, que una ciudad regia a retratar. 
Así lo decide él. Así lo exige su ánimo, su intención y su estilo.  Y nos enseña ese delicado y fugaz momento que encierra   la aventura de la exploración, la aventura del mirar un cuadro como  Fantasía en Istanbul.

CONCHI REVERIEGO ALMOHALLA