07 febrero 2017

ROSAL



A Manuel Villar Raso

Corre, atleta de las formas y las arenas,
desnúdate sobre los hijos del desierto.
Eres el abrazo de los huérfanos,
la piel sin aristas de los oasis.
Ven donde bebiste el jugo
de las oraciones en la noche,
pon tu pié sobre la serpiente del olvido,
escucha el eco de tus pasos
diciendo las formulas del viento.
Sanaremos el antiguo carcelero
de las ciudades sin dueño donde habitas.
Puedes contar los abrazos,
el color oscuro de los arcos elevados
sobre los jardines de al ándalus.
Guarda todos los libros en el triunfo de los tiempos,
en los bocetos del eterno viaje.
Escribe aquí, 
escucha las frases navegantes,
las dunas variables de las ideas.
Ahora permaneces en las páginas del pueblo,
tu nombre escribe la historia de la memoria,
la mirada de los puentes.
Saltan los niños sobre los precipicios
 de las piedras
y vuelven al origen,
encuentran tu rastro en las antorchas
de las palomas,
libre la vida,
la luz en la fuerza del entusiasmo,
en el mensaje de las palabras.
Estamos solos.
Eres el mundo de la alegría y los vivos.

Pedro Enríquez
Enero 2017

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