A LA AMAPOLA
Yo te vi, triste amapola,
de las flores retirada mecer la roja corola entre la espiga dorada.— Leve el cuello y hechicero débilmente se agitaba; y el cefirillo ligero en tu seno revolaba.— Del fuego del sol bañada la cabeza purpurina, desmayaba sonrojada sobre la planta vecina. Y allí entre la rubia espiga los pajarillos cantores daban con su trova amiga a tu belleza loores. Yo te viera retirada a la par del rudo espino, guarneciendo descuidada el apartado camino. Al morir la última estrella extiendes las puras alas; y a la purpúrea centella del sol renaciente igualas. Mas ese tu empeño vano, y temeraria osadía, desde el trono soberano castiga el señor del día. Que su llama en Occidente no adurmiera sosegada, sin dejar tu roja frente con sus rayos abrasada. Y de la noche la fresca brisa marchita hallara tu tierna faz. ¡Ay! que tu vida, flor desdichada, sólo un instante brilla fugaz. Y tu aureola pura y luciente desconocida muere también. Nace en la aurora, y al alba nueva frágil desnuda tu débil sien.
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"Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: La última de las libertades humanas-la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino- para decidir su propio camino". Viktor Frankl
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