15 octubre 2010

Manuel Cerezo Arriaza.


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Andrés Rueda, Imagen de un recuerdo, Galería de Arte La Zubia (Granada), 2010.



La sinestesia que da nombre a este cuadro, Aroma de un recuerdo, de Andrés Rueda, nos invita a mirarlo de una manera especial. La fuerza evocadora del recuerdo queda asociada a una imagen plástica, vegetal, en un espacio envuelto con un flou desvaído, una línea de horizonte difuminada tras la huella bien marcada, en primer plano, de la rama que cae de un árbol que está fuera del espacio visible. En un segundo plano, una masa de vegetación poco definida y de un color celeste se refleja en la superficie de un estanque en el que podemos ver también la claridad de un cielo con tonalidades cárdenas y violetas.
La composición diagonal compensa así los planos, el primero bien marcado a la derecha, y el segundo ubicado a la izquierda, que se adelanta a un tercero más evanescente. Las ramas que caen en primer plano le dan presencia y cercanía a unos planos medios más diluidos y manchados.
El cuadro es atmósfera, espacio, profundidad, reflejo, introspección, memoria. No estamos ante un paisaje que haya sido transcrito en pintura, sino ante una evocación interna, soñada, alimentada de nostalgia.
La materia de esta obra está constituida por la superficie plana y blanca de la tela de algodón sobre la que el pintor ha aplicado múltiples y dispersas manchas de pintura distribuidas con un orden caprichoso y aparentemente incoherente, si nos aproximamos mucho a su superficie.
Vistas a cierta distancia estas manchas mezclan sus tonalidades en nuestra retina y el conjunto se organiza según las leyes de la percepción, que descubriera la gestalt, tras la experimentación impresionista, asignando formas y volúmenes reconocibles, espacios y profundidades, según las convenciones de la visión, de tal forma que todo cobra una apariencia tan reconocible como ilusoria.
El cuadro pintado por su autor ha sido reconocido y percibido por el espectador anónimo como una forma expresiva cargada de insinuaciones y sentimientos. El pintor ha puesto la tela y las manchas, el espectador les ha dado sentido y conformado como la representación de una sustancia.
Todo texto pictórico es el cruce de dos miradas, la del creador y la del observador atento, que al recrear atribuye, valora y agrega tonalidades perceptivas y sensitivas. Es el lenguaje de las formas simbólicas, de la materia y la forma, en una poética que no nace de las palabras, sino de un código analógico muy aquilatado y con una dilatada tradición cultural y artística. El cuadro es el pre-texto del verdadero texto interior.

Manuel Cerezo Arriaza.

10 comentarios:

  1. buscar la esencia de las últimas pinceladas, la voluntad, la intención, la energía en su quietud.solamente puede ser realizado por un espíritu tan analítico como el de Manuel Cerezo;pero, para que esto ocurra es necesario un emisor que sea capaz de plasmar y crear contemplación de vida nueva como es Andrés Rueda

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  2. Desde que conozco sus cuadros siempre digo lo mismo, sólo hay que alejarse un poco para ver y sentir lo que no vemos de cerca.
    Esas insinuaciones y sentimientos que muy bien describe Manuel Cerezo, son las que más atrapan; cada cuál las percibe a su manera, pero con una verdadera y tremenda impresión del pintor en descubrirse así mismo a través de su pintura.

    Una maravilla!.

    He ido varias veces al bloc de Manuel Cerezo, pero no puedo dejar ningún comentario.

    Saludos.

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  3. Un cuadro precioso, en el cual los reflejos son preciosos y muy bién comentado por e Sr. Cerezo, un saludo Andrés

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  4. Querido Andrés:

    El cuadro es precioso.

    Un beso grande
    Mónica

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  5. Querido Andrés, este cuadro es una maravilla. Me gusta muchísimo.
    Me sugiere tanto: tu alma siempre abierta a lo que hay más allá de lo que la mirada alcanza. Enhorabuena.

    Del texto de Manuel Cerezo resalto la frase: "El cuadro es atmósfera, espacio, profundidad, reflejo, introspección, memoria". Así lo he experimentado también.

    Un fortísimo abrazo.

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  6. Quizás sea el cuadro que mas me ha gustado de todos. Increible.
    Y la exposición genial.
    Un biquiño.

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  7. TU maraña vegetal de recuerdos,me conmueven.
    FELICITACIONES!

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  8. He vuelto para leer este texto de Manuel Cerezo. Siempre que veo o recuerdo el color ocre, se me viene ese olor tan penetrante de la pintura con la que mi madre pintaba la cancela de mi casa del pueblo.
    Creo que la edad va olvidando vagamente estas sensaciones, o será que dejan de existir porque no necesitamos vivir de esos recuerdos.

    Manuel, me gustaría saber, qué aroma has sentido en este cuadro tan bonito de Andrés.
    ¿Puedo saberlo?.

    Gracias.

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  9. Impresionante la descripción de Manuel Cerezo de una pintura..., si en vez de leída fuera relatada con palabras solo habría que cerrar los ojos y ver con todo su color y buen gusto el precioso cuadro que has plasmado en el lienzo....

    Besitos.

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  10. Alquimistas de la luz y de la palabra en recíproco enamoramiento. Complementos imprescindibles para la ensoñación y el placer estético.

    Enhorabuena a ambos.

    Y un admirado saludo.

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