He intuido muchas veces la inspiración, la he sentido como algo necesario que nace desde adentro y empuja por brotar, por ser, por existir. Sin embargo hasta hace muy poco, apenas unos días, no había tenido la oportunidad de ver esa misma inspiración materializada en forma de Musas. Quizá el proceso siempre sea parecido y lo único que ocurre es que no le dedicamos la atención suficiente, pero indudablemente hay “algo” que nos lleva a todos los que intentamos crear allí.
Hace unos días fue mi cumpleaños, decidí pasarlo en la Alhambra sin ninguna razón aparente, sólo para dejarme invadir de su perfume y de su hechizo. Pasé horas disfrutando y dejando vagar la mente, tal era la abstracción que sentía llenándome de lo que me rodeaba que empecé a sentirme cansado, quizá ni siquiera era consciente del tiempo transcurrido, y quizá –también- la sensación de felicidad que se apoderaba de mí sólo se debía a las endorfinas, pero eso es cosa de científicos, yo estoy seguro que cuando uno sea recrea ante un paisaje, más si éste está vivo, empieza a integrarse con él y a tener otra perspectiva.
Me senté en un banco para descansar un poco, no sabía si había caminado cinco minutos o habían pasado horas, y de repente unas mariposas empezaron a revolotear cerca de mí, al principio me pareció natural, no había disonancias, sino todo lo contrario, era el detalle que culminaba la belleza del entorno. La armonía. Como si nada fuese por azar y una mano prodigiosa se hubiese encargado hasta del más mínimo detalle.
Las mariposas parecían cada vez más cercanas, recuerdo que llegué a pensar que querían hacerse mis amigas, al observarlas detenidamente me di cuenta que donde debía estar aquel cuerpo peludo había un minúsculo cuerpo de mujer, me froté los ojos pensando que mi imaginación me estaba jugando alguna de las suyas, y no, no sólo no se iban, me estaban haciendo señas para que las siguiera, habían organizado un baile con una delicada coreografía para que yo entendiera… las seguí distinguiendo sus bracitos por debajo de sus alas, como un extraño caminé hasta donde me quisieron llevar, hasta el centro mismo del lugar donde se pararon para decirme adiós con mucha ternura. Desaparecieron.
Miré a mi alrededor buscándolas, fue inútil, habían desaparecido casi de la misma misteriosa forma que habían llegado.
De repente mis ojos encontraron lo que tal vez estaban buscando, vi una composición perfecta: la armonía entre las rosas, los cipreses, los setos, las plantas, sentí los colores y acaricié las texturas.
Y entonces comprendí que ellas, la Musas del Generalife deseaban que yo plasmara aquel dulce momento del el día de mi cumpleaños. Saqué la cámara y me dispuse a atraparlo para luego en el estudio poder interpretarlo e interiorizarlo, aunque algo me decía que es paisaje ya estaba dentro mí.
Aquella misma noche después de escribir este pequeño suceso, me puse a pintar embriagado con el recuerdo del aroma de las rosas y el perfume del jazmín, desde mi terraza y con una copa de vino.
He aquí el cuadro que ellas me mostraron.
¿Se puede tener mejor regalo de cumpleaños?
La verdad es qu es una maravilla, esa conjunción de paisaje fantástico, colores sutiles, árboles que se izan para tocar los cielos... Me recuerda a Monet. Se adivina el perfume de las flores y el vino, la mano creadora resucitando la naturaleza.
ResponderEliminarInolvidable recuerdo de cumpleaños, ¿verdad, Andrés?
Felicidades por todo.
UN beso
Qué bonito Andrés, gracias por compartir la génesis de este maravilloso cuadro, es un placer poder leer de la mano del artista como llegó la inspiración, es una maravilla, cierto que tien un aire de Monet.
ResponderEliminarMil besos.
¡Divino! Te felicito por tu cumpleaños y por tu inspiración que llenó el lienzo de naturaleza de colores y paz, que las musas sigan a tu lado ….
ResponderEliminarY me puedo imaginar que en tu terraza entre colores y pinceles las mariposas con cuerpecillo de mujer serían tu constante inspiración de un arte único.
Besos.
Felicidades Andrés por deleitarnos con tanta belleza. Que las mariposas lindas, el aroma a jazmín y nuestra Madre Naturaleza sigan inspirándote como hasta ahora.
ResponderEliminarAbrazos
Es simplemente divino, y con el relato "vivo".
ResponderEliminarFelicidades atrasadas parece ser que lo bueno abunda ;).
Un beso.
POSDATA
Estoy de cursillo, si tengo un ratito para crear aquello .......
Quizá Granada te lanzó un flechazo para llamar tu atención.. Cuando yo viajo a Sevilla me suele pasar algo parecido.. yo le llamo impregnarse de la esencia que regala la ciudad.. se me impregnan los cinco sentidos en un instante que por desgracia es siempre fugaz y escurridizo.. y qué complicado es pintar ese instante.
ResponderEliminarMuy buenas tus obras y qué bueno materializar lo impalpable...
Bueno, el cuadro es precioso. Cuantos recuerdos me traen de los cipreses del Generalife. Por cierto, sabías que la introducción del ciprés en Granada es obra de un arquitecto florentino. Mi sorpresa fué mayuscula, cuando estudiando en Granada, fuí de viaje de estudios a Florencia, donde llegamos de noche, y al levantarme por la mañana y mirar por la ventana del hotes, de pronto dudé donde me encontraba, si en Granada o en Florencia. Desde entonces las dos ciudades estan unidas en mi corazón y en mi retina.
ResponderEliminarVeo que vas encontrando las esencias de mi hermosa ciudad. Mis felicitaciones.
Un abrazo.
Bonita forma de describir una inspiración, diría que viene sola, cuando menos se espera. Después, hay que saber transformarla, si es de forma natural, sin muchos artificios; mejor que mejor.
ResponderEliminarFelicidades.
Por cierto, estoy sumergida en el libro "El guerrero pacífico" de Dan Millman.
ResponderEliminarEnvidio esa felicidad insoportable, ¿ qué se siente , dura para siempre?